Muchas veces pensamos de manera errónea que la limpieza es lo mismo que la desinfección, sin embargo, estos dos procesos conllevan un resultado diferente. Se considera que un lugar u objeto está limpio cuando no se encuentra suciedad visible, pero esta higiene es superficial, ya que no se pueden detectar los gérmenes y bacterias a simple vista.
La desinfección, en cambio, elimina de forma específica las bacterias y virus mediante el uso de productos químicos. Este proceso no limpia necesariamente superficies sucias, pero al destruir gérmenes se disminuye considerablemente el riesgo de propagar enfermedad o infecciones.
Por último, es importante tomar en cuenta que siempre se debe realizar una limpieza antes que una desinfección, ya que si no se limpia primero, los gérmenes pueden esconderse debajo de la tierra y reducir la efectividad del desinfectante. Además, las áreas que deben limpiarse y desinfectarse con mayor frecuencia son mesas, respaldares de sillas, manijas, chapas de las puertas, interruptores de luz y todas las que están en mayor contacto durante el día.